Su apoyo a López Obrador le ganó muchas críticas.
Le hicieron pinole [harina de maíz tostado en México]. Mucho rechazo, displicencia. No sabes la cantidad de llamadas por teléfono con mentadas de madre. Un día sí me hicieron llorar y yo no soy nada llorona. Llamaron como a las dos de la mañana. Una voz de hombre, cordial, me dijo: “Elenita, hay un hombre en su jardín”. Yo me puse la bata y bajé, salí a la calle, vi que no había un alma y que estaba en penumbras. Y entonces regresé a la cama y ahí sí, me eché a llorar. Me sentí muy agredida.Las mujeres inteligentes no dan miedo. Al contrario, pienso que hoy las mujeres inteligentes son muy buscadas. Esa cosa de las revistas de moda de que a la que es sabia o a la que estudia o a la que se basta a sí misma o a la que se mantiene nadie se le va a acercar, ha pasado a mejor vida. A los hombres actuales les interesa la competencia. ¿Usted siente que en el periodismo la tratan mal por eso? En mi época, cada vez que había un buen reportaje, era para un hombre, nunca para una mujer. Nadie quería invertir en la carrera de una periodista porque se iba a casar, iba a tener hijitos, guardaría su título en un baúl y no había por qué invertir en ella. Lo que sí es que todavía se dice es que cualquier logro de una mujer ha sido porque se ha acostado con el jefe o porque son guapas. Hay quien cree que todos los méritos de una mujer tienen que ver siempre con su cuerpo.
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